Los problemas del Lobo
La relación del lobo con el hombre del campo es conflictiva. Los daños que causan los lobos a la ganadería no son tan numerosos como cabría esperar de una relación tan difícil. Pero estos daños siempre son y serán mal pagados a ojos del ganadero. Ello es debido a que la mayor parte de las ovejas, vacas, cabras o caballos que desaparecen en el campo son frecuentemente atribuidas por el ganadero a daños del lobo. Además, muchas ovejas abortan o no paren o quedan heridas después de un ataque de lobo. Las administraciones o las aseguradoras no pagan unos daños de los que no hay constancia, porque no aparece el cadáver, o es imposible saber cuantas han abortado ya que podría inducir a la picaresca de algunos.
El ganadero considera que el lobo le castiga, sin que las administraciones reparen ese daño, y que la única salida es exterminar la especie, o como se oye a veces en el campo que se conserve en los zoológicos.
Los cazadores le ven como una especie que compite con ellos sacando piezas de caza que podrían matar. Por ultimo, a través de la narrativa popular llegan siempre historias a los niños donde el lobo es el protagonista que siembra el pánico y el terror.
A veces también se utiliza el lobo como herramienta para presionar a las administraciones, para que presten ayudas a pequeñas poblaciones, con escasos recursos económicos y humanos o con fines políticos.
Las administraciones siguen avanzando en mejorar los pagos y hacerlos más eficaces, algo completamente necesario, pero este no es el único camino para mejorar la visión del hombre de campo hacia el lobo, hace falta educación ambiental. Por último las administraciones autorizan hacer determinados controles de la especie para evitar que el conflicto se extienda a nuevas áreas.
Unos controles muy criticados cuando se hacen en las poblaciones al sur del Duero, que impiden su expansión territorial hacia el sur de la Península. El problema es que estas áreas suelen ser muy ganaderas y con escasa población de ungulados silvestres, por lo que potencialmente se trata de zonas muy conflictivas.
La falta de carroñas en el campo después de la implementación de la legislación de las vacas locas, que eran un recurso importante para el lobo y este exhaustivo control parecen haber frenado la pequeña expansión del lobo.
Hace unos años se consideraba como poco eficaz la presencia de mastines para la custodia del ganado, aunque algunos de los integrantes del grupo Ortros introdujeron mastines con eficacia en diversas ganaderías a partir de los años 80. Un hecho que se interpretaba más como un capricho de algunos naturalistas que una medida eficaz. Sin embargo, recientemente un proyecto Life COEX introdujo 75 cachorros de mastín en 42 explotaciones ganaderas, demostrando la eficacia de la introducción de mastines para proteger el ganado del lobo. Estos ganados pasaron de tener una media de perdidas de 23 cabezas año a 7 cabezas año. El 75% de los propietarios de los perros se mostraron muy satisfechos con los mastines.
El otro procedimiento utilizado en el proyecto Life fue encerrar las ovejas con un cercado eléctrico por la noche, método que se mostró extraordinariamente eficaz, eliminando los daños nocturnos del lobo.
La combinación de ambos métodos perros y vallas electrificadas fue el más eficaz.
Desde entonces han surgido varias iniciativas para el uso de mastines en la ganadería española y se dan ayudas para la tenencia de mastines.
El grupo Ortros nunca ha abandonado el manejo y fomento de los mastines en la Ganadería desde hace casi 40 años.
La interacción de lobo y mastín es más conocida por leyendas e historias fabulosas, que a través de estudios en los que se haya diseñado una metodología específica para este fin. Un vacío sólo cubierto por investigadores norteamericanos con otras razas de custodia y que insistentemente, y sin tener ejemplares de esta raza han divulgado que el mastín español, por su corpulencia, no es un buen perro de custodia de ganado. Algo que se ve desde el bagaje de la experiencia de estos investigadores en otras razas funcionales, donde la condición física es lo más importante. No creemos que es el caso del perro de custodia del ganado.
El grupo Ortros parte de la hipótesis de que en las mismas condiciones de temperamento y funcionalidad el
tamaño es muy importante en la disuasión de los ataques de lobo. La falta de recursos y legislación adecuada para llevar a cabo la cría de un perro de elevado tamaño, condiciona mucho la corpulencia
en otros perros de custodia de ganado, de otros países mediterráneos. No debió ser así durante siglos en España, donde se legislaba y protegía la cría de mastines, existiendo recursos para
su alimentación y cuidados, por ser los garantes de la custodia de uno de los principales ingresos de la corona: la lana.
La relación lobo-mastín suele verse desde una mirada antropocéntrica y son valorados los sentimientos como la nobleza, el valor, el amor al dueño, la deportividad, etc.
Nuestra hipótesis es que el lobo cuando se dirige a un rebaño custodiado por mastines lo ve como un territorio ya ocupado por otros lobos o cánidos de mayor tamaño. Para evitar ataques creemos que el lobo tiene que sentir que ese territorio esta vigilado por mastines de gran porte, y en número igual o superior al de las manadas de lobos, en la estación del año en que se encuentre.
Mastines del mismo o menor tamaño que el lobo podrían ser interpretados como cánidos competidores y objetivo de los ataques. Existen muchos ejemplos de lobos especializados en matar perros. Un ganado custodiado por un número insuficiente de perros también puede ser un buen objetivo para el lobo. En el caso de superioridad de los perros, los lobos intentan sacar a los mastines del territorio de manera que este quede desocupado.
Enfrentamientos entre lobos y perros son escasos, aunque sean muy divulgados. El lobo prefiere gastar
energías en rebaños menos protegidos. En cualquier caso y en prevención de estos enfrentamientos los perros deben llevar carlancas. Las carlancas son collares de pinchos que se bendecían el día de
San Antón, y que eran construidos generalmente con tres eslabones y en cada eslabón tres pinchos. Esta construcción aparece en la mayoría de las carlancas conocidas desde el siglo XVIII y
probablemente con anterioridad. El tres en la antigüedad fue el más sagrado de los números, ya que recoge el pasado, el presente y el futuro, una tradición que
recoge el cristianismo en los tres clavos de Cristo, los mismos clavos que forman de manera repetida las carlancas. Al sonido de las carlancas, especialmente las
de placas, se les atribuye un cierto poder disuasorio para el lobo.
Igual que los enfrentamientos o probablemente en mayor medida que estos han existido cruces entre lobos y mastines ya que se han encontrado características de lobo ibérico en el genoma de algunos mastines españoles.
Estos cruces normalmente ocurren entre un mastín español y un loba y en menor medida entre lobo y mastina.
El problema de esta interacción es que el lobo tiene comportamientos muy estereotipados y a ciertas señales comportamentales responde de la misma manera. Esto les permite permanecer en grupos sin matarse ya que a expresiones de sumisión, responden de manera correcta sin matar al contrincante. No es el caso de los perros donde muchas de estas respuestas se han perdido lo que hace que el lobo adulto, en muchos casos mate a la mastina durante el cortejo al no obtener la respuesta comportamental esperada.
En algunos casos el lobo se acerca como haría si fueran lobos en el borde del territorio de los mastines, durante largo tiempo intentando que se acostumbren los perros a su presencia, algo que consiguen en cierta medida en ausencia del pastor. De esta manera esperan su oportunidad cuando un atajo se queda cortado o una oveja va a parir.
Nuestro grupo cree en el mastín grande, sano y funcional. De forma que estos perros ganaderos puedan ser mostrados y exhibidos en exposiciones y ser un recurso importante la venta de los cachorros para los que cuiden de forma adecuada estos perros. Para ello se debe valorar en las exposiciones más este tipo de perros y menos los individuos que exageran los rasgos morfológicos más allá del sentido común, y del propio estándar de la raza. Es decir perros con pieles excesivas, perros cortos, con huesos excesivos, patas cortas proporcionalmente a su morfología corporal y en general aquellos que están fuera de los parámetros normales de la fisiología canina. También aquellos perros que al no ser testados con el ganado puedan llevar características funcionales que les hagan inapropiados para el cuidado del ganado.
La existencia de estos mastines sanos funcionales y que puedan contribuir a la economía pastoril son el mejor garante para la conservación del lobo en España ya que garantizan menos daños a las ganaderías y menor utilización de lazos y venenos.